La arquitectura romana es heredera de la etrusca y en menor medida de la griega. Su evolución y variedad regional fueron relativamente pequeñas, presentando gran uniformidad debido al apego a principios más o menos estables fijados por el veronés Vitruvio en el siglo I d. de C.
A la
arquitectura arquitrabada de los griegos, la romana incorpora, de manera
constante, el arco y la bóveda de raigambre etrusca. Las bóvedas empleadas
fueron principalmente la cupuliforme, la de medio cañón, de horno y la de
arista.
Los
materiales empleados fueron básicamente la sillería pétrea, la mampostería, el
ladrillo, en combinación frecuente con argamasa de hormigón.
Aunque
los romanos emplearon los clásicos órdenes arquitectónicos griegos, los usaron
con mayor libertad combinándolos entre sí en la misma fachada.
Arquitectura religiosa: el templo romano
El
templo romano es de ascendente etrusco y griego. Del templo etrusco toma su
ubicación sobre un alto podio con un único acceso frontal. Del templo griego
toma la larga cella y la columnata perimetral, aunque salvo en el pórtico de
acceso, que son exentas, están adosadas al muro. Es precisamente en este
frontal donde su aspecto más se asemeja al del mundo griego.
En
España se conservan restos de numerosos templos, aunque suelen ser muy
parciales.
Destaca
el muy bien conservado pero pequeño templo de Vic (Barcelona) y los restos de
los templos de Diana y Marte de Mérida (Badajoz), Córdoba (VER IMAGEN SUPERIOR)
y Talavera la Vieja (Alcántara).
Entre
los monumentos funerarios, destaca la Torre de los Escipiones de Tarragona, el
Dístilo de Zalamea de la Serena (Badajoz), el Mausoleo de Los Atilios en Sádaba
(Zaragoza). Mención especial merece el Mausoleo de la villa de Centcelles
(Tarragona) por ser el monumento paleocristiano más importante de cuantos se
conservan en España.
Construcciones civiles
Las
ciudades fueron los grandes centros de la convivencia y en general de la
civilización romana. En España destacaron las ciudades de Tarragona, Sagunto,
Cartagena, Barcelona, Córdoba, Sevilla, Itálica, Mérida, Zaragoza, Valencia,
Toledo, Segóbriga, Lugo, Astorga, León, etc.
Estas
ciudades romanas necesitaron amurallarse para defenderse de las agresiones.
Algunas de ellas lo hicieron al comienzo de la romanización, cuando las guerras
con los pueblos celtíberos eran una amenaza real (Tarragona, Córdoba y
Carmona). Las demás lo hicieron sobre todo en el siglo III, con las primeras
invasiones germánicas.
En estas
ciudades se construían edificios públicos para diferentes servicios y
actividades (económicas, deportivas y de esparcimiento). Frecuentemente estos
edificios se situaban en el foro, verdadero centro neurálgico de la urbe
romana.
Las termas eran grandes complejos
arquitectónicos de esparcimiento y salud pública, donde se establecían baños de
diferentes temperaturas (fría, templada, caliente, sauna) en salas distintas.
La
basílica, edificio de tres naves separadas por columnas y con rematado en
ábside, era el lugar dedicado a las transacciones mercantiles y servía también
de juzgado. En la curia se celebraban reuniones políticas.
Algunos
de los edificios más emblemáticos del mundo romano fueron los dedicados a los
espectáculos. Solían estar cerca de la ciudad, pero fuera de las murallas.
El
teatro romano, heredero del griego, dedicado a la representación de obras de
dramaturgos clásicos, tenían forma semicircular y se dividían en orchestra,
escenario y cavea o graderío. El anfiteatro, espacio ovalado fruto de la unión
de dos teatros por la escena (de ahí su nombre) se usaba como lugar para la
contemplación de luchas de animales, gladiadores, ejercicios circenses,
simulación de batallas navales, etc. Por último, el circo, estaba destinado a
carreras de cuádriga y era un espacio muy alargado en cuyo centro se colocaba
la espina con grandes estatuas.
De la
Hispania romana, quedan importantes restos arqueológicos de teatros romanos,
como el de Mérida, de gran belleza e importancia, pero también citamos los de
Tarragona, Sagunto, Pollentia, Clunia, Osma, Toledo, Itálica, Regina, Málaga,
Medellín, etc. En cuanto a anfiteatros, en aceptable estado quedan el de
Itálica (el cuarto en tamaño de todos los romanos), Mérida, Tarragona y
Segóbriga. Circos, se han localizado los de Tarragona, Calahorra, Mérida y
Toledo, aunque dada su enorme extensión -el de Merída llegó a tener 435 metros
de longitud- no han sido demasiado respetados por el tiempo y las obras
acaecidas durante los muchos siglos posteriores. También, su material pétreo ha
sido utilizado como cantera popular para la construcción de otros edificios.
En el
terreno de las construcciones conmemorativas, se levantaron grandes columnas,
pero sobresalen, por su belleza, los arcos de triunfo, edificios levantados con
arco sencillo o triple, en los accesos a las ciudades para celebrar algún éxito
militar o realzar la figura de algún político. En España tenemos el arco de
Medinaceli, el de Bará y Cabanes. Lamentablemente, el de Caparra, de
espectacular estructura cuadrifonte, está peor conservado.
Obras públicas
Las
ciudades romanas, bien creadas sobre asentamientos indígenas o de nueva
creación, exigieron la construcción de grandes obras para salvar ríos,
abastecer de agua potable la urbe o facilitar viajes entre esas ciudades. Por
ello, algunas de las obras de arquitectura romana más interesantes son los puentes,
acueductos y calzadas.
En
España, probablemente, los mejores puentes romanos que se conservan son los de
Alcántara y Mérida, de perfil horizontal. Sobre esto diremos que la mayor parte
de los puentes españoles anteriores al siglo XVII tuvieron base romana, sobre
la que se hicieron reformas en época bajomedieval, variando su perfil
convirtiéndolo en lomo de asno.
El
puente de Alcántara, sobre el Tajo, es una magnífica obra de pericia
ingenieril. Los sillares se asientan sobre la roca -sin cimentación- a soga y
tizón. La longitud del puente es de 194 metros y la altura de la parte central,
de 47 metros. Todos sus arcos son de medio punto. Fue erigido en el año 106 por
el arquitecto Cayo Julio Lácer. En su centro se levanta un arco triunfal y en
su cabecera un pequeño templo.
El
larguísimo puente sobre el Río Guadiana de Mérida es obra del siglo I a. C.
Tiene una longitud de 792 ms. y 62 arcos y es una obra de máxima importancia
para la configuración urbana de Mérida. Aunque ha sufrido destrucciones parciales
y restauraciones, todavía conserva tramos de gran autenticidad romana.
La
arquitectura romana tuvo uno de sus más espectaculares exponentes en los
acueductos que transportaban agua a las ciudades desde manantiales o ríos. Su
construcción era muy compleja y en ocasiones se tenían que salvar grandes
desniveles por lo que en esas zonas su estructura era de arquerías
superpuestas.
El
mejor acueducto que queda de Hispania y una de las obras de arte e ingeniería
más grandiosas del mundo romano es el acueducto de Segovia, construido
probablemente entre la segunda mitad del s. I y principios del II, en tiempo de
los emperadores Vespasiano y Trajano. Tiene una longitud de 728 metros y 28,29
de altura en su punto más alto. Su construcción es a base de sillería sin
argamasa de granito y consta de 167 arcos.
El
Acueducto de Los Milagros de Mérida medía 830 metros, con una altura de 25 y
proporcionaba agua a la ciudad procedente del embalse de Proserpina. Todavía
subsisten algunos pilares y arcos de granito y ladrillo, que al combinarse
proporcionan una agradable y curiosa impresión cromática.
Tampoco
les va a la zaga el extraordinario Acueducto de Ferreres que transportaba agua
hasta Tarraco (Tarragona) construido en el siglo II, en la época de Trajano.
Aunque tuvo una enorme longitud en su origen, actualmente conserva tan solo 164
metros y tiene una altura máxima de 26.
Una
curiosa y transformada obra civil de arquitectura romana en terreno español es
el faro denominado "Torre de Hércules", aunque su aspecto exterior es
neoclásico por la transformación que sufrió en 1791.
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